es sentir el alma disolviéndose en el aire.
Es abrir los ojos y de golpe no ver nada.
Estirar las manos hasta el cielo y no tocar.
Echar de menos
es quemarse la razón con los recuerdos.
sonreír de pronto sin tener ningún motivo
o llorar como una niña en el silencio.
Morir un poco cada día, y sin embargo
seguir viviendo, alimentándose del tiempo.
Es no encontrar hogar en ningún sitio.